Crónica parcial y reflexión sobre la Jornada Gent Gran i Crisi

Desde el comienzo de la jornada estuvo presente el tema de la invisibilidad de las personas mayores en la sociedad. “Soms ciutadans”, dijo Mercè Mas, trabajadora social, jubilada y secretaria del Patronat de Amics de la Gent Gran.

Mas hizo referencia a los estereotipos en que se agrupa la mirada sobre las personas mayores que, en su opinión, representan un grupo aún más diverso que el resto de la población, y dicha hetereogeneidad tiene que ver con aspectos mentales, sociales, familiares, del entorno y con la experiencia e historia de vida de cada uno. A su entender, la crisis y la falta de dinero inciden en que las personas mayores dejen de participar en actividades sociales y esto aumenta la vivencia de soledad y de aislamiento social, lo cual tiene consecuencias para la salud y el aumento de riesgo de exclusión social. Por otro lado, Mas señaló que la crisis implica la pérdida de tranquilidad para estas personas, tranquilidad asociada por ejemplo, a tener un trabajo para toda la vida. Actualmente, hay familias que subsisten gracias a la pensión de las personas mayores que, según Mas, son uno de los amortiguadores principales de la crisis.

La conferencia de Mas, por un lado, deja la inquietud de conseguir los datos o cuantificar la cantidad de casos en que las personas mayores actúan como amortiguadores de la crisis con el aporte de su pensión. ¿Qué características tienen los casos en que se da esta situación? Por otro lado, invita a la reflexión de cómo abordar el estudio del capital social en un contexto de crisis porque estamos asistiendo a la movilización de los recursos, es decir no preguntar ¿a quién acudiría si precisara soporte financiero? sino ¿a quién acudió? y quién efectivamente le dio el soporte que precisaba. Y si alguien acudió a usted en busca de soporte y si lo brindó. Un poco en esta línea se ha hecho el estudio entre las personas que atiende la Cruz Roja Catalunya (2012) al que refirió en su presentación la directora de Gent Gran i Atenció a la Dependència, Susanna Roig, y que detallaremos más adelante.

La intervención de Mas también hace pensar en lo particular de la incidencia de la crisis entre las personas mayores, porque la pérdida de esa tranquilidad a la que refiere se extiende a través de todas las franjas de edad. Tampoco la disminución de la actividad social debida a la falta de recursos se limita a las personas mayores, aunque cuando esa pérdida de actividad social se da a una edad donde de por sí disminuyen los vínculos sociales, el riesgo de aislamiento social y de soledad es probable que sea mayor.

En el bloque de dependencia y soledad algunos términos fueron esclarecidos. Toni Vilà, Professor de Ciència Política i Investigador de I’Institut de Govern i Polítiques Públiques (IGOP) de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), explicó que las personas dependientes son aquellas que necesitan ayuda para hacer actividades básicas de la vida diaria por pérdida de autonomía y señaló que a partir de los 80 años se da un incremento importante en la cantidad de personas dependientes: el 50% de la gente con más de 80 tiene problemas de dependencia, el doble de mujeres que de hombres. La conferencia de Vilà nos hace considerar para nuestro trabajo a la edad 80 como una referencia para establecer diferentes rangos de edad. También nos hace reflexionar sobre la necesidad de incorporar a la dependencia para explicar la heterogeneidad entre las personas mayores, porque luego de los 80 no será tanto la edad como el hecho de ser dependiente o no el que incida en aspectos como la calidad de vida de las personas.

Albert Quiles, licenciado en psicología y ciencias del trabajo y director de Acción Social de Amics de la Gent Gran, diferenció entre soledad y aislamiento social. La soledad, explicó, es un fenómeno complejo y subjetivo. Además, hay que hilar más fino porque la que perjudica es la soledad no deseada, que se trata de una experiencia subjetiva cuando nuestras relaciones sociales no son suficientes o no son como esperaríamos que fueran. Se da tanto en personas que viven solas como las que no y las personas de más de 80 años son las más vulnerables, señaló Quiles. Además, hay una vivencia de soledad invisibilizada entre las personas que están institucionalizadas. La soledad de las personas mayores hace muchos años que es un problema y precede a la crisis económica. Como causas de la aparición de esta soledad Quilmes señaló la pérdida de la pareja; el no sentirse útil a la sociedad; y el ritmo de la sociedad, la limitación con el tema de las nuevas tecnologías: las personas mayores, dijo, tienen el sentimiento de no sentirse parte de la sociedad en la que viven.

Estos planteos nos hacen pensar en qué casos aprender a usar Internet, por ejemplo, y utilizar la comunicación via Internet podría ayudar a mitigar o no el sentimiento de soledad entre las personas mayores. Un duelo por la pérdida de una pareja no se puede evitar, pero sí se puede trabajar para resignificar el lugar de las personas mayores como miembros útiles de la sociedad y para evitar ese sentimiento de exclusión. ¿Es el aprendizaje de nuevas tecnologías e Internet un camino deseable?

Esto de sentirse útiles a la sociedad se conecta de alguna forma con el planteo de la investigación de Carme Triadó, Catedrática de Psicología Evolutiva de la Universitat de Barcelona, que haciendo referencia a un estudio realizado en la UB concluye que las personas mayores son generativas en este tiempo de crisis, y están en situación de poder hacer cosas por los otros. Por ejemplo, señaló, trasmitir valores.

Susanna Roig, de la Cruz Roja de Cataluña, refirió también a la invisibilidad, la heterogeneidad de las personas mayores y a la soledad que está presente a pesar de tener contacto frecuente con la familia. Roig coincide en que la soledad es un fenómeno multicausal pero hace notar que la crisis económica también impacta sobre la misma, así como sobre la percepción de la calidad de vida propia. Roig citó varios datos de la investigación acerca del impacto de la crisis sobre las personas mayores que atiende la Cruz Roja (2012) mencionando un dato interesante es que una de cada tres personas, en 2012, ayudó a algún familiar, principalmente brindando soporte económico, pero también brindando apoyo en forma de alimentos y de acogida de los familiares en la casa. Un 15% de estas personas también ayudó a otros que no son de la familia. Esta solidaridad, según Roig, es forzada y no es similar a aquel soporte solidario que permitió crear el Estado de Bienestar.

Si bien alguien señaló que algunas personas mayores se ofenderían si los hijos no les piden esa ayuda, Lourdes Pérez de la UAM estuvo de acuerdo en que el sentimiento de estos “abuelos ciudadores” es al menos ambivalente, y se convierte en casi una obligación con la crisis. Pérez especificó que la ayuda y contribución dentro de la familia es constante, sobre todo en la familia mediterránea, pero que en tiempos de crisis esta ayuda se intensifica, ya sea ayuda financiera u otro tipo de servicios. En tiempos normales esta ayuda es puntual -por ejemplo, para impulsar a los hijos hacia la independencia- pero en tiempos de crisis se trata de una ayuda periódica que no se sabe cuándo terminará y que erosiona los ahorros de las personas mayores. 


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1 comment:

José Luis Buenache said...

¡Muchas gracias Soledad por tu asistencia a la Jornada y por compartir estas interesantes reflexiones!
En breve tendremos disponibles las ponencias en video y un resumen ejecutivo de la Jornada.
Seguimos en contacto y estamos a tu disposición.
Cordialmente
José Luis Buenache
Amics de la Gent Gran
(Coordinador de la Jornada)